Por ti y de ti

Esa noche el viento susurraba leyendas entre las hojas de los árboles, o quizá fue mi sed por escuchar algo fantástico la que le dio al viento la capacidad de contar historias, esa misma sed que me condujo a ese lugar, sin más equipaje que unos cuantos vestigios de mi existencia y mi anhelo por esa emoción perdida en el abismo de mi inmadurez.

Podía sentir a la vida aclamando mi presencia pero me aferraba a mi existencia fantasmal, había andado tanto entre mis fantasmas que la vida ya parecía ajena a mi ser, una plasta de pinturas secas y agrietadas por las cenizas de mi rencor. Había olvidado a la emoción en algún cajón de mi archivero de utopías y en cambio la frustración martillaba mi mente ante mi incapacidad de disfrutar tan bello escenario.

Opté por llenar de humo mi mortalidad, ese placer que andaba por mi cuerpo, no había más que pudiera habitar mi vacío, mi existencia se había convertido en una sátira que mi corazón no logró entender y terminó por suicidarse. Nada más de mí había que pudiera ser escrito, ¿qué podría contar el silencio interno que no fuese más que ausencia?

Cansada del rutinario pensamiento mi atención se dejó atrapar por lo que parecía una canción. Ahí estabas, sentado con guitarra en mano entonando algo a lo que no presté atención, preferí dedicarme a observar tu imagen, ese rostro conocido y de casi insoportable sencillez me atrajo, mi curiosidad y exceso de ocio me acercaron a ti, era un deseo que no concebía y sin embargo lo sentía agradable. Después del receso que tomaron mis emociones esa sensación alimentaba la poca humanidad que aún poseía.

Todo eso pasaba en mí y tú apenas y notaste mi presencia, sentada con un foco y una sudadera en la que bien habría cabido mi (afortunadamente) innata gemela como fuentes de calor, escuchaba tu voz, a la que decidí prestar atención. Era irritante, estaba tan llena de vida, tan llena de todo eso que envidiaba y que había olvidado como ser y no sólo te conformaste con eso, después, para mi sorpresa y tu ignorancia, cantaste con esa desentonada y desesperante voz: "busca lo más vital nomás..."

Fue como si la vida quisiera abofetearme y reírse en mi cara, recordándome que por más que quisiera, no podría escapar de ella, y después de mucho tiempo, sólo por escuchar eso, no quise seguir escapando. En ese momento me di cuenta que estaba dejando de ver lo agradable que podía ser tu presencia porque me aterraba volver a vivir.

Desde entonces y hasta ahora...

Eres mi presente, la sonrisa que dibuja la alegría en mi rostro, esa euforia de saber que existes y que puedo andar a tu lado, mi desenfrenado deseo de comer mundo porque ahora tiene buen sabor, un sabor a ti. Incluso una ternura que abraza a mi amargo humor sin espinarse. Ahora después de toda mi abismal adolescencia puedo decir "nosotros"...

Ahora siento que vivo y no que muero.

Comentarios